Existen monumentos repartidos a lo largo del mundo en recuerdo y homenaje a toda clase de víctimas: del terrorismo, del nazismo, de la violencia de género, de la Guerra Civil, de la hambruna, del Covid-19, de la eutanasia, de los accidentes de tráfico, del cáncer Sin embargo, hasta ahora, nadie ha pensado en levantar un monumento excepcional a las víctimas escolares del bullying, niños y niñas que se han quitado la vida cuando comenzaban a vivir.Las cifras son demoledoras: según la Organización Mundial de la Salud, 200.000 niños se suicidan al año a causa del bullying escolar.Con las imágenes de esta cruzada, su autor defiende el arte de la inteligencia artificial, amordazada, maniatada y con grilletes para que no pinte, ni dibuje, ni escriba, ni piense. Así la tienen las editoriales, las revistas, los concursos de premios literarios y novelas gráficas, porque les ha entrado un miedo cerval de que traiga el fin del mundo. No cesan las huelgas contra ella, las prohibiciones, las acusaciones de ladrona y diablesa.Salvador García Jiménez publica este libro con la esperanza de que algún gobierno autonómico, ayuntamiento, fundación o institución escolar le tome la palabra de construir un monumento in memoriam de las víctimas del bullying.
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