Transcurre el año 1953 en un Madrid silencioso, grumoso, vivo sobre las fotografías bélicas. En un rincón de la ciudad, una profesora de piano, viuda y madre de tres niñas, imparte clases particulares en su casa, la casa familiar en la que siempre ha vivido.
Casa señorial en la que aún resuenan ecos de música, voces de esclavos isleños, puertos que se abandonan quedando solos, llantos madereros huérfanos. ¿Cómo puede ser la vida allí para esa madre viuda y sus niñas, Cecilia, Allegra y Luzía?
Esta historia guarda muchas historias y la caja lignea de cedro preserva el cuerpo y la memoria del tabaco puro. Historias cruzadas, un rosario, también un amuleto caribeño de cuentas al que aferrar las plegarias.
Esta casa ha permanecido en silencio, alumbrada por el solo candil de las mujercitas y su protectora. Hasta ahora.
Historia de la libertad inculcada, de la paz trabajada, de toda esa música cargando todos esos recuerdos, de la rabia y la desprotección creídas dejadas atrás y olvidadas.
Y en ese rincón alumbrado del salón, aguarda el Obscuro casi centenario.
