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15,68 €Ha llegado a mis oÃdos de superviviente de la mazmorra franquista conocida con el nombre de Fuerte de San Cristóbal que algunas autoridades pamplonesas pretenden profanar el recuerdo de los centenares de muertos habidos bajo sus piedras y caÃdos por sus aledaños «en lucha fatal».
Nosotros, los injustamente vencidos en 1939, nunca creÃamos que la transacción, más que transición, de 1977 fuera a convertirnos en vencedores, entre otras cosas por el carácter irreversible de las derrotas. What is done cannot be undone. Pero esperábamos que cesaran las miserias de esos crueles y largos años de dictadura rebelde. No parece ser asÃ.
¿Qué menos que respetar la memoria de los cÃnicamente represaliados por oponerse a la rebelión? ¿Qué menos que evitar el recuerdo monumental de los genocidas que tramaron esa rebelión? ¿Qué menos que devolver a las familias los despojos de tanto leal a la República? ¿Qué menos que conservar y respetar los santos lugares donde sà que históricamente los rebeldes inmolaron a sus vÃctimas?
Los leales, como vencidos, no aspirábamos a la restitución del botÃn de guerra, pero sà al reconocimiento de lo injusto de nuestra derrota. El fuerte de San Cristóbal es una reliquia arquitectónica del siglo XIX, pero su aura moral trasciende el periodo franquista y debe respetarse tal cual en memoria de los miles de mártires republicanos que acogió en su seno.
Ernesto Carratalá. Preso en el fuerte de San Cristóbal entre abril de 1937 y septiembre de 1938