Nunca me dio por escribir, hasta la pandemia del covid-19, en que, por un descanso obligado por sospecha de infección, tuve que estar unos días enclaustrado, en casa. El hastío y el aburrimiento me hicieron comenzar un relato y después otro y así hasta que me propuse completar una historia algo más larga que un relato corto, que en principio me parecía casi imposible. Y nació Asesinato en la pista de tenis. Una historia que refleja cómo el poder, el sexo, el juego y el dinero pueden corromper a todo el que se acerque a ellos, y por supuesto, se deje. No puedo olvidarme de la locura y el amor que también son capaces, en ocasiones, de acabar con el raciocinio de algunos.
Carlos era un tipo simpático, alegre y divertido. Vivía una vida feliz sin buscarse problemas. Era un gran tenista con reconocimiento internacional. Su único problema era su pasado, lo hubiera querido borrar, pero eso era imposible. Y ese pasado le persiguió toda su corta vida y fue la causa de su desgracia, su mujer y su hija le abandonaron, y más adelante, también de su muerte.
El inspector Fermín Corrales y su ayudante Esteban Marcos se volvieron locos para encontrar al culpable, pero todo eran zancadillas y misterios. Cuando creían llegar a la verdad se topaban con un muro, y vuelta a empezar.
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